PROYECTO

Después de la Tormenta

Sobre los escritos de Walter Páez

Para acercarme a la práctica artística de Walter Páez comienzo leyendo sus propios escritos que se encuentran en cantidad de cuadernos y páginas. Ahí está la referencia a su trabajo desde su propia mirada, pero también sus influencias, búsquedas y referentes. Y uno empieza a ver una cosmovisión que mezcla cultura oriental, raíces latinoamericanas, su postura sobre la sociedad y las influencias de la literatura.

“La obra de Walter Páez es política”, me dice por teléfono Tulio Romano. Creo que se refiere al arte que se propone invertir las relaciones de poder, o al tipo de arte que se opone a una imposición ideológica. “Por un lado su postura y una revalorización de las sociedades latinoamericanas en contraposición a una cultura hegemónica y por otro, la intención de trabajar con materiales de descarte, su visión ecológica y la relación con la naturaleza”, enfatiza. Si para Antonio Berni, todo arte es político, en el caso de Walter su obra es un reflejo de su manera de vivir, y esta manera de vida tiene una base política. Un pensamiento de un hombre situado que define su entorno. Exponente de los artistas que realizan arte vida. Su postura austera y sus divertidos mecanismos low cost están en toda su casa- objeto. Mesas, sillones, bancos, repisas, taburetes, realizados por sus propias manos, intervenidos y pintados. En algunas obras o conjunto de obras el ser político o artivista declama de manera directa; la obra “Como borrar el conocimiento y la memoria con un fosforito”, para el concurso sobre Memoria por los derechos humanos, o la muestra “Por el Famatina Libre”, son sólo un par de ejemplos entre muchos.

Primer escrito:

“Yo tenía una repisita ortogonal que había encontrado, y puse una piecita y después puse otra y después ya el juego fue empezar a llenarla. Eso lo hacía a manera de recreo de la plástica: terminaba de trabajar, ordenaba un poco y por ahí alzaba un objeto al azar y decía: “Bueno, esto puede ir ahí”. Al paso del tiempo, empecé a seleccionar las cosas que estaban: eran objetos de corcho, de madera… Entre tres clavos había uno que estaba con la cabeza apenas aplastada, otro que la tenía un poco más aplastada y uno que estaba totalmente aplastado. Entonces los pegué sobre un cartoncito y ese fue uno de los elementos. Y cuando ya estuvo llena la armé como caja.”
Parte de su trabajo son cajas/objetos, realizadas con materiales de desecho, objetos precarios y elementos de la naturaleza. Pequeñas vitrinas rústicas que parecen la selección de un antropólogo. Su trabajo tiene mucho rigor, pero también humor y esperanza.
Insisto en visitar a Rosa González para saber que piensa sobre la obra de Walter, ya que eran amigos. Después de un rato de compartir té de frutos rojos, me cuenta: “Una vez fuimos de vacaciones en carpa, Walter se levantaba temprano, se iba al río y armaba un dibujo con piedras, lo hizo por varios días. El resultado era algo maravilloso.”

Segundo escrito:

“Quipintuilpi. Este es el nombre de un planeta que se me ocurrió hace un par de semanas. Con este me he valido para explicar algunas cosas mías respecto al arte, y las formas de vida.
Lo que caracteriza a Quipintuilpi son las intenciones. Aquí se maneja todo con las buenas intenciones. Esto es algo que descubrieron los habitantes de este mundo para, no solo salvarse de un desastre, sino también para mejorarse en todos los aspectos.
En Quipintuilpi no hay dinero, no existe el trabajo como en la tierra…”
Mariana Robles, en el texto a propósito de la muestra “Por Famatina libre”, que Páez realizara en el Museo Caraffa en 2013, expone: “La montaña, la tierra, la voluptuosa manifestación de la arcilla rocosa ordena los sentidos de su propia percepción. Digamos que Páez pinta en estos cuadros su cuerpo transformado en paisaje, su visión de roca, su oído arcilloso, su piel de túnel por donde corren acuosos y húmedos ríos.” En una reunión que tenemos, pensando el diseño del montaje, Rapainú me recita un fragmento del poeta peruano José Watanabe: “Si mi cuerpo sigue siendo la parte blanda de la montaña, sabré que aún no soy la montaña”.

Tercer escrito:

“Mis dibujos / mis líneas / mis opiniones gráficas / mis sin más /pongo una semilla / de esperanza de que / quizás ellos pudieran / hablar de mí, más sin mí.”
Después de la tormenta es el momento de la reconstrucción, cuando se manifiesta la naturaleza y todo empieza a crecer. Usar lo que queda de la crecida; juntar un corcho, encontrar un pequeño lapicito, hacer un reloj de arena con una botella.

Un haiku de Li Po:
Los pájaros han tornado a sus nidos en bandadas
Perezosa, la última nube se aleja.
La montaña es mi única compañera.
Ni al uno ni al otro vernos nos cansa.

Creo que Quipintuilpi realmente existe. Está en el interior de una montaña o atravesando algún desierto en el norte argentino. Walter da pequeñas pistas en sus escritos, sus dibujos o sus objetos. Un lenguaje propio en jeroglíficos-dibujos donde podemos perdernos y encontrarnos.
O quizás esté más cerca, en Córdoba o La Rioja, hombres ríos, piedras nubes, arboles hombres. Inventar un mundo para reflexionar sobre el nuestro.

Gustavo Piñero.
Mayo, 2022. Unquillo, Córdoba.

La exposición “Después de la tormenta” de Walter Páez se puede visitar en el Museo de Arte Contemporáneo de Unquillo (Córdoba, Argentina) hasta el 16 de julio los viernes de 16 a 19h y Sábados y domingos de 10 a 13h y de 16 a 19h.

Comentarios relacionados al proyecto