Buenos fuegos, huellas de artistas correntinxs.

A raíz de los extensos incendios en la provincia de Corrientes ocurridos en los meses de enero y febrero de este año, donde el fuego consumió casi un millón de hectáreas, se publicaron en diferentes medios obras de artistas visuales correntinos que mucho tiempo antes visibilizaban a través de sus expresiones artísticas los problemas ambientales del territorio.

Poco interesante resulta tomar esto como novedad o hacer hincapié en lo “premonitorio” de las obras, ya que siempre, y no sólo lxs artistas, lxs que habitan los espacios naturales, conocen, saben, sienten, padecen, las problemáticas ambientales y la indiferecia.

Aprovechemos, entonces sí, para conocer sus obras, y leer en sus palabras las miradas de los que están ahí hace mucho tiempo.

Rodrigo Navarro

“Cambacito del agua” (2021), una referencia a la mitología local, se titula una de las pinturas en acrílico del artista correntino Rodrigo Navarro, quien ya había realizado en 2020 ilustraciones sobre la quema de humedales y que utiliza papel, arcilla, masilla epoxi o medios digitales, para abordar en su obra temas como la naturaleza, lo autóctono y el cuidado del medio ambiente.

“Esta obra representa a un ser mitológico litoraleño que protege el río y las lagunas. Según la leyenda era un niño esclavo que escapó de sus amos y Dios lo transformó en un ser acuático para que pudiera salvarse. Desde entonces se convirtió en un vigilante de la naturaleza”, cuenta el artista sobre la pieza que presentó en 2021 en ArteCo, la Feria de Arte Contemporáneo de Corrientes.
“Con esta obra quiero reflejar no sólo un personaje cultural, sino llamar la atención sobre el daño que se hace a la vida que hay en el río, el color rojo de la sangre de los peces depredados se funde con el cielo. El cambacito (la naturaleza) entonces surge para castigar al ser humano. Pero se puede pensar que en nosotros también habita un cambacito, también podemos ser protectores del medioambiente”.

María Luz Flores

“El protagonista” es una obra de María Luz Flores, que se dedica en sus obras a pintar no sólo los paisajes que la rodean, sino también aquellas especies en peligro de extinción y el esfuerzo que realizan por su protección y reinserción en su hábitat natural. Realizó una serie de pinturas que incluye un ejemplar de cada animal en peligro de extinción: “Quería ayudar, quería visibilizar esta problemática que hoy nos toca vivir a todos”, 

Cuenta que también pintó al yaguareté Nahuel, como apodaron al primer macho de esa especie integrado al proyecto de reinserción al Iberá para su reproducción, pero que murió a principios de 2021. La muerte de Nahuel frustró la intención de reproducir su especie en ambientes silvestres, donde está actualmente extinto.
“La pintura es un medio más para que la gente conozca, para que sepa lo que está pasando acá, qué es lo que se está dañando y qué es lo que estamos perdiendo”, 

En cuanto a los incendios: “Me dolió mucho ver cómo los animales corrían, huían, buscando agua, refugio. Ni hablar de las personas, los bomberos voluntarios. No sabía cómo ayudar así que hice un sorteo en redes sociales, de la serie de pinturas de animales en extinción, y junté 26.000 pesos con los que compré mercadería y medicamentos para los bomberos”.

Beatriz Moreiro

Oriunda de Buenos Aires, instalada desde hace años en Chaco, la artista Beatriz Moreiro inspira su obra –dibujos sobre papel de algodón, grabados, esculturas, videoinstalaciones- en el paisaje que la rodea.
“Mi obra surge después de haber vivenciado situaciones muy próximas, como desmontes y campos quemados. Recorro, indago, investigo y recolecto restos de ese monte avasallado, agredido. Junto restos de nidos, pájaros muertos, cactus, avisperos y con todo eso conformo objetos -fardos- atados con perdurable acero, ante la imperdurabilidad de la vida, porque el hombre interrumpió su proceso natural”. Con su obra “Fragmentos de un monte en extinción” fue ganadora del Primer Premio del Salón Nacional de Artes Visuales.
“Me desvelan los montes y campos quemados arrasados por la brutal vorágine del imparable fuego, en general provocado por el hombre, que no deja nada más que negrura y desolación”, señala la artista. 

Sensibilidades y luchas, gritos en las intersecciones del cruce entre ambiente y arte, buenos fuegos de conciencia ambiental que a pesar de todo, siguen ardiendo.